miércoles, 1 de julio de 2009

Una "breve" reseña de lo que hacemos

Las células cancerosas, son células que, por diversos motivos, escapan de los mecanismos de control que normalmente limitan su crecimiento. Las mutaciones que puedan llegar a alterar los genes que normalmente regulan el crecimiento y la división celular pueden conducir al cáncer. Estas mutaciones pueden ocurrir debido a carcinógenos químicos, radiación (como los rayos X), virus o ser espontáneas y al azar.

La investigación en virus productores de cáncer condujo al descubrimiento de genes causantes de cáncer denominados oncogenes presentes en ciertos retrovirus. Más adelante, también se descubrieron genes similares en los genomas animales y humanos. Los prooncogenes son genes de células normales que estimulan el crecimiento y división normal.

El oncogen se origina en los animales a partir de un prooncogen que sufre una modificación que conduce a un aumento en la producción proteica, o de la actividad en sí misma de la proteína.

El sistema inmune es la defensa que tiene nuestro cuerpo frente a las amenazas externas tales como microorganismos o sustancias desconocidas. Es por esto, que éste sistema requiere un método para reconocer y separar lo propio de lo ajeno y desarrollar una respuesta eficaz.

Hay muchas tipos de células que intervienen en la respuesta inmune, pero se las puede agrupar en dos principales grupos: los fagocitos, y los linfocitos. Los fagocitos, son células especializadas en “comer” partículas extrañas, llamadas antígenos, para eliminarlas de los tejidos del cuerpo y presentarlas a los linfocitos que se encargan de desarrollar respuestas específicas a los distintos antígenos.

Hay dos tipos de linfocitos, los B y los T, que a pesar de ser indistintos a la vista, tienen ciertas características distintivas. Los linfocitos B se encargan de la síntesis de anticuerpos, proteínas que se unen específicamente a los antígenos y los inactivan, pudiendo así reconocer lo ajeno. Los linfocitos T también pueden reconocer elementos extraños, pero tanto la forma en que lo hacen como la función son un tanto distintas.

Los linfocitos T tienen sobre su membrana celular receptores para un antígeno dado. Los receptores de las células T reconocen y se unen con antígenos de forma tan específica como los linfocitos B. Sin embargo, mientras que los anticuerpos de las células B reconocen antígenos enteros, los receptores de los T reconocen pequeños fragmentos de antígenos que están unidos a proteínas de la superficie de células normales del cuerpo, llamado complejo mayor de histocompatibilidad (MHC). A medida que los MHC se van formando y migrando hacia la membrana plasmática, se unen a un fragmento de un antígeno dentro de la célula y lo lleva a la superficie en un proceso llamado presentación del antígeno. De ésta manera, una célula T cercana puede recocer éste antígeno.

Hay dos tipos principales de MHC

  • Moléculas MHC de clase 1. Se encuentran en casi todas las células nucleadas del organismo y se unen a péptidos extraños que fueron sintetizados dentro de la célula. Esto puede deberse a una infección por virus o que la célula se haya tornado cancerosa. Este complejo puede ser detectados por una célula T citotóxica y de esta forma se induce en la célula la apoptosis, o muerte celular.
  • Moléculas MHC de clase 2. Se sintetizan por pocos tipos celulares especialmente fagocitos y células B. En estos casos, las moléculas se unen a fragmentos de antígenos que fueron internalizados por medio de fagocitosis o endocitosis. Estos antígenos son presentados a los linfocitos T helper que desencadenan la respuesta específica.

Las células cancerosas también dan señales externas a las células del sistema inmune por medio de los MHC y muchas veces son inducidas a apoptosis por las células T citotóxicas. Pero como en definitiva, las células cancerosas son células normales mutadas, a veces, las diferencias son tan sutiles que el cáncer se desarrolla y el sistema inmune no da abasto para contenerlo o no lo reconoce. Se dice que los tumores son poco inmunogénicos, o sea, que el mecanismo de ataque no es muy efectivo.

Para una buena respuesta inmune, las células del sistema inmune secretan hormonas (llamadas citoquinas), además de moléculas coestimuladoras del receptor T, que estimulan a otros linfocitos y fagocitos a activarse y acercarse al foco de infección, además de generar una respuesta más efectiva frente a lo extraño.

El objetivo de la investigación es obtener células tumorales transfectadas con genes productores de estos coestimuladores para que la respuesta pueda desarrollarse más fácil y rápidamente, de modo que se puedan eliminar restos de células tumorales luego de cirugías o tumores pequeños, eliminando la posibilidad de la reaparición del tumor o la metástasis.

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